A Él oíd, Jesucristo es mi Hijo Amado
Lucas 9:29-35 29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. 30 Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; 31 quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. 32 Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. 33 Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. 34 Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
Como pueden leer, es el único mandamiento que Dios da para el hombre actual, así es el inicio de impactante para tener una perfecta y completa noción del conocimiento de Dios. Saber su Voluntad en nosotros para nuestra época sin que revolvamos los tiempos, y que en Jesucristo cumplió toda su misericordia y amor para con toda la humanidad.
Este es un misterio que se revela para que todo tu ser exprese júbilo y gozo porque en un acto sublime, con voz audible para que los que estaban en el monte lo escuchasen y fuese transmitido por escrito a través del Espíritu Santo en la BIBLIA. Tiempo después Jesucristo mismo exclamó: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.
Aunque ya no lo oímos físicamente, a través de la lectura de su palabra se constata en Juan 14:26 Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
¿Comprendes cuán hermoso tiempo se ha preparado para que vivamos en torno a Jesucristo? Deleitarnos con lo que está escrito en Colosenses 2:2- 3; 2 “hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”, 3 “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.
¿Por qué desobedecer la única orden dada por el mismísimo Creador siendo que los religiosos judíos no pudieron obedecer diez? Tan sólo oír lo que el Hijo dice del Padre, lo que pide que hagamos y obedecerle. Creer en sus palabras y promesas.
Confesar que vino enviado por el Padre y que es su Hijo. ¿Es tan difícil, querido lector? ¿Por qué regresar al pasado? A lo que no nos toca meditar, eso hace. Lo que no nos ayuda a crecer en el Espíritu le dedican muchos tanto tiempo cuando pueden ser victoriosos siguiendo las huellas del Maestro, el Cordero; los profetas cumplieron a quienes fueron enviados: al pueblo judío. Los apóstoles son los enviados a nosotros: los gentiles, los que no tuvimos la primera gracia, ahora somos incluidos en esta segunda. Honrar a quien nos incluye, al Hijo, a ése debemos oír. Y, ahora que lo sabes, no puedes jamás negar esto. Oye lo que Cristo dice para que tengas vida y la tengas en abundancia.
Y si piensas acerca de que el antiguo pacto también es válido y no se puede cortar, te equivocas. Porque el Hijo vino a cumplirlo mediante su sacrificio y lo deja obsoleto. Una escena rápida: si adquieres un préstamo, llenas un pagaré en el cual te comprometes a cubrir tu obligación a cierta fecha, según lo escrito en el pagaré ¿verdad? Se llega el día acordado y al pagar tu deuda, el pagaré pierde efecto. Queda invalidado y se rompe. ¿Para qué querrías guardar y recordar esa deuda, si ya está saldada por ti? Ahora el nuevo pacto, es el que hay que cumplir no por Él, sino por nosotros. Siguiendo sus ordenanzas es como podemos llegar a cumplirlo. Cristo vino a buscar a los suyos para edificar su iglesia, así como el Padre en su tiempo juntó a los suyos. Y como ahora es el tiempo de Cristo, de su iglesia, debes escuchar lo que el Espíritu dice a las iglesias. Actualízate y lee el nuevo pacto en orden. Oír, tan solo eso: oír. Amén.